13 jul 2019

TEMOR AL OLVIDO


Ha pasado mucho tiempo desde mi último post y quiero "calentar motores" con uno muy corto, que centre mis pensamientos nuevamente luego de días difíciles que nos ha tocado cruzar en esta "Tierra de Gracia", escogida y tan amada por mis padres hace 69 años.




         
Hoy ha surgido en mí un escalofrío inaudito, al pensar que pueda olvidar mis recuerdos de infancia, o simplemente no saber continuar con el blog. Afortunadamente, aquí estoy, con mis defectos y virtudes, superando escollos para ponerme al día, intentando retomar mi pasión por lo que hago.
Me gusta publicar en estos post que se apartan del hilo de continuidad en la vida de mi padre, algo especial para mi. En esta oportunidad, quiero antes contarles, que él siempre nos recitaba alguna estrofa del poeta Ramón de Campoamor y aunque parezca mentira, en Venezuela era  y es aún muy difícil conseguir algún libro suyo. Para esa época no existía Internet y se quedaba uno como en el aire, prometiéndose a sí mismo que algún día lo conseguiría y se lo obsequiaría, cosa que nunca sucedió. Pasaron los años y mi progenitor comenzó a perder la memoria...En una oportunidad, le pregunté si recordaba aquel poema de Ramón de Campoamor que tanto nos gustaba y no sólo me lo recitó, también me lo apuntó en el siguiente papel que guardo como oro en paño:
 


         
 Aunque son cosas, que no tienen que ver una con otra, también aprovecho de compartir esta caricatura, de la cual no tengo más información que la que en ella se observa. Sin lugar a dudas, es Carmelo Duarte Pérez  , el caricaturista se llama Gonzalo y fue realizada el 16 de noviembre de 1939



                       

 Para finalizar, al cumplirse este 19 de julio, 17 años del fallecimiento de Carmelo Duarte Pérez, comparto con uds este poema tan especial para nosotros  por su contenido y porque fue leído a los presentes en el día de su velatorio . Lo escribió y publicó tiempo antes, en Diario El Médano de la Ciudad de Punto Fijo


           

                     Llegada cierta

           Cuando en la vida, sólo queda un puerto
           porque todos sus barcos se han hundido
           el denuedo se aleja ya vencido,
           como el que avanza solo en un desierto.

           Ese no estar dormido ni despierto,
           ese no más querer ni ser querido,
           ese no andar, siquiera, en lo sufrido,
           es la llegada cierta al mundo incierto…

           En un río, perdemos los instantes,
           cual si corrieran a buscar diamantes
           más allá del dolor y el coraje.

           Y en un inconsecuente torbellino
           se presenta la sombra del destino
           para decir que ha terminado el viaje…

                     Carmelo Duarte Pérez







Hasta el próximo Post